• December 24, 2024
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Ramzy Baroud (Traducido del inglés para Rebelión): Las grandes del petróleo, una democracia fallida y los falsos profetas

Hasta cierto punto, Aung San Suu Kyi es un falso profeta. Glorificada por Occidente durante muchos años, se convirtió en un “icono de la democracia” al oponerse a las mismas fuerzas militares que siguen hoy controlando su país, Birmania, en una época en que la coalición occidental dirigida por EEUU mantenía en aislamiento a Rangún por su alianza con China.

Aung San Suu Kyi jugó su papel como se esperaba que lo hiciera, consiguiendo la aprobación de la Derecha y la admiración de la Izquierda. Y por eso ganó el Premio Nobel de la Paz en 1991, incorporándose al elevado grupo de “Los Mayores”, mientras los medios de comunicación y diversos gobiernos la promocionaban como figura heroica a emular.

Hillary Clinton la describió en una ocasión como “esta extraordinaria mujer”. El recorrido de la “Lady” birmana de ser una paria política en su propio país, donde estuvo confinada bajo arresto domiciliario durante quince años, acabó finalmente en triunfo cuando se convirtió en la líder de Birmania tras una elección multipartidista celebrada en 2015. Desde entonces, ha visitado muchos países, cenado con reinas y presidentes, pronunciado discursos memorables, recibido premios mientras iba limpiando, con perfecto conocimiento de causa, la imagen del muy brutal ejército al que se había opuesto durante tantos años. (Incluso hoy, el ejército birmano tiene un poder casi de veto sobre todos los aspectos del gobierno.)

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